Todo lo que de yo quisiera de ti, son esas cosas cotidianas, el olor de tu cuerpo, saber lo que piensas de cualquier cosa, de ti, de mí, de nuestro entorno. Que mires más allá de mi apariencia física, que me recuerdes con pasión, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.
Julio Cortazar
20 frases de Cortazar
Rayuela: capítulo 7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.
- Julio Cortazar
Come prima - Dany Brillant
- El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es. Mucho más allá de que esa autenticidad sea o no de mi conveniencia. Mucho más allá de que, siendo quien eres, me elijas o no a mí para continuar juntos el camino.
- Ser flexibles nos ayuda a adaptarnos a los cambios, a ser creativos y a empatizar con los demás. Pero, sobre todo, la flexibilidad nos brinda la audacia necesaria para buscar otras maneras de ser felices.
- El amor, para mí, es una decisión sincera de crear para el ser amado un lugar tan amplio como para que este pueda elegir qué hacer lo que desee con su vida, su cuerpo y sus sentimientos, así esa decisión no me agrade ni me incluya.
- El amor por otra persona nace de la capacidad propia de amar, la cual comienza con esa disposición de amor por uno mismo.
- Mientras la puerta esté abierta sabré que estás ahí porque tú decidiste quedarte, porque si quisieras marcharte, ya lo habrías hecho.
- La belleza aparece en nosotros a partir de quien uno es.
- En una relación, la confianza implica una sinceridad tal que no pueda contemplar ni siquiera la posibilidad de mentirle.
- Deseo te acerques pero sin invadirme.
- Soltar lo que amamos cuesta y también duele sentir que no somos amados pero en el dolor crecemos, maduramos y en caso de aprender a soltar una parte de nuestra propia historia nos abrimos a lo diferente y desconocido.
- No deseo obstruirte, no quiero que estés conmigo porque soy yo quien no te deja ir.
- Necesito de tu ánimo sin empujarme.
- La felicidad es alcanzable cuando uno no cae en la estúpida idea de creer que para ser feliz es necesario sonreír todo el día.
- Deseo tu confianza sin exigencias.
- Deseo sepas que cuentas conmigo sin condicionamientos.
- No podemos ser responsables de las emociones pero sí de que hacemos con estas.
- Amarse significa regocijarse simplemente porque el otro existe.
- Me preocupa quienes buscan el amor, como si se tratara de algo listo y terminado. Realmente se creyeron el amor que nos venden en las películas pero uno no busca el amor, sino que lo construye.
- El verdadero amor se trata de dos seres enteros más no de mitades que se necesitan entre sí para poder sentirse completos.
- Deseo que conozcas cosas mías que seguramente te disgustarán.
- Jorge Bucay
Un juego absurdo - Un excelente corto argentino de Gastón Rothschild.
Fairground Attraction - Perfect
La Clairon -Claire Josephine Hippolyte Leiris de Latude- fue célebre actriz y diva de primera magnitud en la Comèdie Française a mediados del siglo XVIII. Tenía merecida fama de mujer galante por su hermosura, su trato y su irresistible atractivo sexual.
La Clairon se retiró de la escena en 1765, y ya en sus últimos años de vida -y no muy sobrada de recursos- se refugió en el quinto piso de una modesta casa de vecindad. Allí acudió a visitarla uno de sus adoradores de otros tiempos, el cual se presentó ante ella fatigadísimo por la cantidad de escalones que acababa de subir.
-¡Oh, señora! ¡Cinco pisos! ¡Qué alto vivís!
Y la Clairon, siempre ingeniosa, respondió con la más seductora de las sonrisas:
-¿Qué queréis, amigo mío? ¡Es ya el único recurso que me queda para hacer palpitar los corazones!
Un hombre así
Había una vez un hombre como todos los hombres. A él también le habían enseñado a no llorar, a no resbalar, a no caer. Le habían enseñado a ser Napoleón en las guerras y Alejandro Magno en los imperios. Antes de todo eso le habían enseñado a ser Adán en el paraíso, Moisés en el Mar Rojo, Salomón en los palacios y Julio César en Cleopatra.
Antes o después de todo eso, le habían enseñado a ser el rey en Blanca
Nieves, el Príncipe en la Cenicienta y el leñador en
Caperucita.
Más o menos antes o más o menos después le habían enseñado a ser
Práctico en los Tres Cerditos, Sandokan en Malasia, Tarzán en la
selva y el Llanero Solitario en el Lejano Oeste.
Todo eso lo había aprendido con sobresalientes en los cuadernos, en la
calle y en las sábanas. Lo había aprendido sin nunca llorar ni
volver atrás ni perder los pantalones.
Un día se cansó de tantos rugidos y de tantas estrategias y pensó que
cambiaría un triunfo en Waterloo por la conquista diaria de un mismo
abrazo. Al fin de cuentas cualquiera sabe que los hombres vuelven
siempre de las grandes batallas o de batallas menores, sin botones en
ninguna parte y con dobladillos descosidos que después tienen que
mandar a coser. Cualquiera sabe que además de no llorar, los hombres
no cosen botones ni dobladillos.
Ese día pensó que pasaría si cambiara el mandar por el hacer, lo
aprendido por el descubrir, los siempre por los tal vez. Qué pasaría
si cambiase el no llorar por el llorar aunque eligiera no llorar por
cualquier cosa. En tren de cambiar, pensó que cambiaría el caminar
por el Mar Rojo con las aguas abriéndose a su paso, por cruzar a
nado a la otra orilla del amor aunque llegara con el corazón en la
boca.
A la Reina de Saba la cambiaría por una mujer sin tantos velos y a
Cleopatra por una mujer que mirara de frente aunque de vez en cuando
bajara los ojos.
La casa del cerdito Práctico la cambiaría por una casa hecha ladrillo
a ladrillo con una mujer absolutamente imperfecta pero que supiera
soñar y comprendiera las diferencias entre la cal y la arena. Entre
la plomada y el nivel. Todas sus conquistas en el Lejano Oeste las
cambiaría por una mujer del Cercano Sur que aprendiera con él las
cosas que él tampoco sabe.
Ese día pensó que sería fantástico encontrar una mujer que fuera
todas esas mujeres. Que no anduviera siempre queriendo ser paño de
lágrimas ni tuviera siempre una aguja enhebrada con hilo blanco para
zurcir heridas.
Un hombre así no necesita una señorita de San Nicolás que sepa
casarse, coser y bordar. Un hombre así necesita una mujer que sepa
abrir las puertas y las ventanas para jugar a todos los juegos de la
vida.
Él daría todo su reino por una mujer así. Al fin de cuentas, un hombre
así y una mujer así, no necesitan reinos.
Centímetro a centímetro
“Piel, cabello, ternura, olor, palabras,
mi amor te va tocando.
Voy descubriendo a diario, convenciéndome
de que estás junto a mí, de que es posible
y cierto; que no eres,
ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente,
hallada, concretísima; el abierto
aire total en que me pierdo y gano.
Y después, qué delicia
la de ponerme lejos nuevamente.
Mirarte como antes
y llamarte de “usted”, para que sientas
que no es verdad que te haya conseguido;
que sigues siendo tú, la inalcanzada;
que hay muchas cosas tuyas
que no puedo tener”.
- Rubén
Bonifaz Nuño
“Locamente enamorados al cabo de tantos años de complicidad estéril,
gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como en la cama, y
llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos
agotados seguían retozando como conejitos y peleándose como perros”.
Cien años de soledad - Gabriel García Márquez
Con los Años Que Me Quedan - Gloria Estefan
La abeja reina
Tantos panales de plata, canela y estaño
y tantas abejas de antenas moradas
brillando y batiéndose cerca de ti,
sus alas nerviosas como un tren eléctrico,
y fuiste a enamorarte de la abeja reina,
tenías que prendarte del plutonio
de la abeja reina,
amarla
como aman las moscas los ojos de las vacas,
con un amor mezquino y magnífico,
tan bello y miserable que mejor no decirlo
ahora que te ha dejado,
a quién se le ocurre enamorarse
de la abeja reina,
te echó de sus mieles a trompa y garrotazo,
apenas te dio tiempo a decir
qué espanto de amor, y qué grande.
Los Secretos - Ojos de Gata
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