Majaderias

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Haiku


- ¡Jorge-san!¡Baja en seguida!

- Vale, mamasán. Ya estoy aquí. ¿qué es lo que he hecho mal esta vez?
    
- No cerrar la puerta después de defecar. Grave falta de consideración con  okâsan, que permite tu seguir en programa Orgasmus.

- Es Erasmus, querida. Además, lo normal es dejar la puerta abierta para que se ventile y se vaya el olorcillo.

- Noo con superior tecnología japonesa – argumentó mamasán.- Nuestro water  es yôshiki, no incómodo y anticuado washiki en que Jorge-san caga a pulso. Incorpora filtro carbón activo para eliminación olor.

La verdad es que mamasán tenía razón. Aquel wáter tenía de todo. Una consola blanca con botones grabados con pictogramas para su fácil comprensión exhibía su amplia variedad de funciones: lavado de culo standard, limpieza completa de bajos, reguladores de presión en el chorro de agua o de la temperatura tanto para el asiento como para el agua de limpieza, botón de secado por aire caliente, seta roja de emergencia, cierre automático de la tapa y conexión bluetooth con otros dispositivos como el Karaoke. Unos leds alineados indicaban el funcionamiento cuando te sentabas. La pantalla táctil quizás no funcionaba o se encontraba demasiado sucia, pero la primera vez que me entró el apretón me sentí en aquel trono como si fuera el capitán Kirk del Enterprise.

- Vale. Tienes razón. Pido disculpas. No volverá a ocurrir.

Cuando ya me marchaba, mamasán gritó nuevamente, esta vez con tono furibundo.

- ¡Jorge-saaan! ¡Ven aquí inmediatamente!.

La cosa parecía seria, porque mi madre de intercambio había agarrado un palo y su tez pálida había enrojecido visiblemente.

- ¿y ahora qué quieres?

- Explicar qué es esto.

Alguien había impreso, con sus propias heces, la siguiente frase:

“Tonto el que lo lea”

La verdad es que no recordaba haberlo escrito, pero sería por que anoche llegué a casa demasiado cocido como para acordarme después de ir de marcha con unos colegas. De modo que me defendí como pude:

- Sin duda. Muy bonito. Hecho por un artista que además se fabrica su propia pintura.

- ¡Nooo... Muy mal, Jorge-san! ¡Haiku mal! Primera mora 5 sílabas.

- Es Sanz. A ver si pronunciamos mejor. Y eso del Haiku ¿No es lo que cantaban los enanitos de Blancanieves cuando iban a la mina?. Pues ya está. ¿5 sílabas? “Tonto el que lo lea”

- Haiku referir al momento presente. Y no tonto el que lea, sino sabio, porque leer traerá sabiduría. Tu reflejar instante, unión con naturaleza.

Después de cavilar un poco, escribo lo siguiente:

Tren deja túnel

Cierro los párpados, Gotas voladoras

- ¡Nooo! ¡Maaal! ¿Cómo tren deja túnel?. ¿Dónde tren? ¿En culo?

- Pues no. Es una metáfora..

- ¡Metáfora peligrosa en Haiku. Puede confundir.

- Tras sustituir la primera línea por “cerullo cayendo”, mamasán miró mi Haiku con gesto de aprobación.

- ¡ Mejor! Y ahora, Jorge-san, geishas han de limpiar tu asqueroso Haiku y tu recibir lección gratis de Kendo en cabeza y costillas ¡Guarro! ¡En japón, baños limpios. Lugar sagrado para recogimiento del espíritu.

Mientras la mamasán me arreaba una tunda, llegó el Sr. Takamoto. Se quedó contemplando durante unos instantes las moras impresas en la pared, se tiró un pedo, cogió una de las delgadas láminas de madera perfumada que adornaban la entrada y se sentó en la taza ultramoderna canturreando una especie de flamenco desafinado.

¡Si es que os encanta lo español! – dije huyendo.








Anécdota de Muñoz Seca


Don Pedro vivía, desde sus tiempos de estudiante, en una casa de Madrid donde atendía la portería un encantador matrimonio al que profesaba auténtico afecto.

Falleció la mujer, y a los pocos días el marido, más de pena que de enfermedad pues era un matrimonio profundamente enamorado.

El hijo de los porteros se dirigió a don Pedro, muy afectado tras la muerte de sus padres, y le pidió que redactara un epitafio para honrar su memoria. Del corazón de Muñoz Seca surgieron estos versos:

FUE TAN GRANDE SU BONDAD, TAL SU GENEROSIDAD Y LA VIRTUD DE LOS DOS QUE ESTÁN, CON SEGURIDAD, EN EL CIELO, JUNTO A DIOS.

Corría mil novecientos veintitantos y, en aquella época, era preceptivo que la Curia diocesana aprobara el texto de los epitafios que habían de adornar los enterramientos. Así que don Pedro recibió una carta del Obispado de Madrid reconviniéndole a modificar el verso, puesto que nadie, ni siquiera el propio Obispo de la diócesis o el Santo Padre, incluso, podían afirmar de un modo tan categórico que unos fieles hubieran ascendido al cielo sin más. Don Pedro rehizo el verso y lo remitió a la Curia, del modo siguiente:

FUERON MUY JUNTOS LOS DOS, EL UNO DEL OTRO EN POS, DONDE VA SIEMPRE EL QUE MUERE, PERO NO ESTÁN JUNTO A DIOS, PORQUE EL OBISPO NO QUIERE.

Nueva carta de la Curia. El Obispo, tras recriminar al autor lo que cree - con toda la razón del mundo - una burla y un choteo de Muñoz-Seca, le exige una rectificación ya que no es el Obispo el que no quiere, pues ni siquiera es voluntad de Dios. Él no decide nuestro futuro, sino que es nuestro libre albedrío el que nos lleva al cielo o no. Así que don Pedro remata la faena, escribiendo un verso que jamás se colocó en enterramiento alguno porque la Curia jamás le contestó:

VAGANDO SUS ALMAS VAN, POR EL ÉTER, DEBILMENTE, SIN SABER QUE ES LO QUE HARÁN, PORQUE, DESGRACIADAMENTE, NI DIOS SABE DÓNDE ESTÁN.







La venganza de Don Mendo - Las 7 y media





La risa


"...La risa exige ante todo franqueza, pero ¿dónde encontrar franqueza entre los hombres? La risa exige bondad, y la gente ríe la mayoría de las veces malignamente. La risa franca y sin maldad, es la alegría: ¿dónde encontrar la alegría en nuestra época y dónde encontrar a la gente que sepa estar alegre? (…) La alegría de un hombre es su rasgo más revelador, juntamente con los pies y las manos. Hay caracteres que uno no llega a penetrar, pero un día ese hombre estalla en una risa bien franca, y he aquí de golpe todo su carácter desplegado delante de uno. Tan sólo las personas que gozan del desarrollo más elevado y más feliz pueden tener una alegría comunicativa, es decir, irresistible y buena. No quiero hablar del desarrollo intelectual, sino del carácter, del conjunto del hombre. Por eso si quieren ustedes estudiar a un hombre y conocer su alma, no presten atención a la forma que tenga de callarse, de hablar, de llorar, o a la forma en que se conmueva por las más nobles ideas. Miradlo más bien cuando ríe."

"...No comprendo más que una cosa: que la risa es la prueba más segura de un alma. Mirad a un niño; ciertos niños saben reír a la perfección, y por eso son irresistibles. Un niño que llora me resulta odioso, pero el que ríe y se alegra es un rayo del paraíso, una revelación del porvenir en el que el hombre llegará a ser, por fin, tan puro e ingenuo como un niño."

El Adolescente - Fiófor Dostoiesvski










                                 Padre Angel Espinosa - The nothing box




                                Padre Adriano Celentano





Abel y Caín


Abel, como todo el mundo supondrá, es rubio, tiene los ojos azules y huele a fragancias del bosque. Caín, en cambio, de moreno, es casi negro, con el pelo grasiento y una oreja mucho más alta que otra. En cuanto al color de sus ojos no sabría decir, y su olor recuerda al que despide la jaula de los mandriles del zoo madrileño un mes de agosto.

Abel.- (retirándose el flequillo de la frente con un golpe de cabeza).- Hermano mío, ¿adónde te diriges este bello día que nos ha regalado la Divina Providencia?

Caín.- (se para en seco y mira a Abel).- Si vas a empezar hablándome así, ni te contesto.

Abel.- Veo con desagrado que te incomodan mis expresiones.

Caín.- Si es que siempre estás igual, tío. ¿No puedes hablar normal?

Abel.- Está bien. ¿Qué harás hoy, rudo Caín?

Caín.- Dar una vuelta por los hierbajos y sacar el rebaño. ¿Y, tú?

Abel.- Tengo pensado adorar a Dios Nuestro Señor, hasta el ocaso.

Caín.- ¿Otra vez?

Abel.- (elevando los ojos al cielo).- Per sécula seculorum.

Caín.- (mosqueado, aplasta con el pie una mata de mala hierba que asomaba por la linde).- De seculorum, nada. Mañana te toca a ti llevar las ovejas a pastar.

Abel.- Mañana, oro.

Caín.- ¿Oro? ¿Dónde hay oro?

Abel.- Que no, que oro, que rezo.

Caín.- Coño, y yo, que ya me haces hablar mal, pero mientras tanto cuido el ganado.

Abel.- (moviendo la cabeza en señal de reprobación).- Esa boca, Cainito, esa boca.

Caín.- Pues no provoques. Te digo que hago las dos cosas a la vez.

Abel.- Rezas, pues, sin el recogimiento que requiere el acto de la oración.

Caín.- ¿No te das cuenta de que si me concentro en el rezo se me escapan las ovejas?

Abel.- Y si no, dispersas la plegaria.

Caín.- Que la disperse, pero si queremos comer, habrá que estar al tanto – le grita mientras atiza con la vara a un zángano que volaba por allí.

Abel.- (sin inmutarse, se alisa el taparrabos con la mano abierta).- Comer, comer… Siempre pensando en el alimento del cuerpo y nunca en el del alma, hermano.

Caín.- Pues tú bien que tragas.

Abel.- A veces, tu tosquedad me daña el espíritu, ¿sabes?

Abel se separa de Caín, y cuando ve que éste vuelve hacia la cabaña a prepararse el ato, corre hacia el redil y se lleva una oveja. Al día siguiente:

Caín.- Ayer me desapareció otra oveja. ¿Sabes tú algo, Abel?

Abel.- Los lobos son también criaturas del Señor, querido.

Caín.- Pues he pasado por la piedra donde haces los sacrificios a Jehová y estaba llena de sangre reciente.

Abel.- (rojo como un tomate de bola).- Tal vez algún arcángel necesitaba expiar culpas pasadas y la cogió. No sé.

Caín.- (conteniendo la ira).- Ya sé cómo dices.

Abel.- (con la cabeza gacha, da la vuelta a un escarabajo mórbido).- Bueno, sí, fui yo. Se la ofrendé a Dios porque para Él todo se me hace poco, jobar.

Caín.- (cogiendo a su hermano por la pechera del taparrabos) .- Déjate ya de rollos, que de cien animales que teníamos sólo nos quedan dos ovejas y el burro. Los demás han sido para Jehová, y Jehová no necesita comer para vivir, que se sepa.

Abel.- (dócil).- La ofrenda es un acto simbólico de valor inmaterial, querido Caín.

Caín.- (sin entrar al trapo).- Vale, pero córtate ya. Es la última vez que te aviso.

Abel.- (en el mismo plan)- El que no es generoso con Jehová no es generoso consigo mismo ni con el prójimo.

Caín.- Mira, tío: he escondido las dos ovejas que nos quedan y no te pienso decir dónde. ¿Por qué no matas un jabalí y se le ofreces?

Abel.- Porque es un animal hosco, impetuoso, huraño, poco apropiado para las ofrendas.

Caín.- (irónico).- Y que topa.

Abel.- No es eso, Abel, no es eso. El señor me protegería de sus embestidas.

A los pocos días, Caín llega de madrugada al redil, advierte la falta del burro y va al encuentro de Abel, que está caído en un prado, lejos de la choza familiar.

Caín.- (aún lejos, se agacha, coge una quijada de asno que se encuentra en el camino y va hacia su hermano).- ¡Ahora mismo te levantas y me dices qué demonios has hecho con el burro! –grita, cabreadísimo.

Se acerca y ve a Abel con la cabeza abierta y, a su lado, el asno medio muerto lanzando sus últimas coces sobre la sien de su hermano.

Caín.- (de rodillas, llora desconsoladamente).- ¡Abelito, Abelito, te ha matado tu afición!

Asumido el momento, Caín se levanta limpiándose las lágrimas con una hoja de morera, pero antes de echar a andar, un estruendo inunda el valle.

Jehová.- ¿DÓNDE ESTÁ ABEL, TU HERMANO?

Caín.- (muy cabreado, señala con el brazo extendido al cadáver de Abel).- Coño, ¿no le ves?

Jehová.- HA MUERTO POR TU CULPA, CAÍN.

Caín.- (rabioso).- ¡Pero qué dices, hombre…!

Jehová.- INSENSATO. HAS ESCONDIDO LAS OVEJAS QUE IBA A OFRENDARME Y SE HA VISTO EN LA NECESIDAD DE SACRIFICAR EL BURRO PORQUE NO TENÍA OTRA COSA. ¡FUERA DE MI VISTA!

Fue entonces cuando Caín, por no discutir, cogió la talega y el cayado, y se fue a errar por la tierra hasta el fin de sus días. La letra pequeña de la Biblia cuenta que un loro listo le oyó murmurar entre dientes: “Capaces son de decir que le he matado yo, dándole con la quijada esa”.

- Chicot






Leyenda del corredor


Cuando aún existían los gobiernos civiles en las capitales de provincia (parece la prehistoria, o lo es...) un gobernador civil envió a un propio a un pueblecito de la provincia para intentar atemperar los ánimos de los vecinos, que andaban un tanto soliviantados, contra una ordenanza dictada para el pueblo por dicho gobernador en un asunto de riegos.

Era de imaginar la mala leche que gastaba el pueblo hacia el jerarca, razón de peso para que éste no acudiera personalmente y enviara un emisario.

Pues bien, el propio llegó al pueblo, le recibieron a cantazos y se dedicaron a perseguirle hasta que pudo refugiarse en el cuartelillo de la Benemérita donde puso una denuncia contra los energúmenos en uno de cuyos párrafos decía:

"A la voz de, "vamos a endiñarle", empezaron a encorrerme, cagándose además en la puta madre de su Excelencia y en la de quien ésto suscribe, que lo puede suscribir porque corrió más que ellos".





Dado que a todos nos gusta ser más cultos e incrementar nuestro vocabulario, te presento estas 14 palabras antiguas que puedes usar para insultar con propiedad a tus adversarios.






Steve Moore (The Mad Drummer)



 
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