Durante la presentación de su nuevo producto estrella: “Windows 98” y ante más de un millar de periodistas presentes, al anfitrión del acto le apareció la famosa pantalla azul de error de sistema.
El presentador del acto solo pudo soltar:
-Woow- mientras parecía pensar “tierra trágame” ante las carcajadas de los presentes.
Bil Gates, presidente de la compañía, se encontraba junto a él, sonrió y soltó:
-Debe ser por esto por lo que aún no estamos comercializando Windows 98, ¿no?
-Absolutamente, absolutamente -es lo único que pudo decir en aquel preciso instante el presentador.
En cierta ocasión una señora se le acercó a Thomas Alva Edison y le dijo con cierto retintín:
«¿Es usted el que ha inventado esa máquina que habla?»
Edison respondió:
«No, señora. La primera máquina parlante la sacó Dios de una de las costillas de Adán. Yo he inventado una máquina que uno puede parar cuando ya se ha cansado de oirla»
El mariscal de Francia y presidente de la República, Patrice Maurice de Mac Mahon era un hombre que no brillaba por su inteligencia. Un día, mientras visitaba un hospital, se detuvo ante la cama de un soldado enfermo y se interesó por él.
«¿Qué tiene?», preguntó.
«Fiebre tifoidea tropical», le respondió un médico.
«Mala cosa –replicó Mac Mahon. -O se muere uno o se vuelve tonto. Lo sé porque la tuve cuando estaba en Argel»
El productor teatral cogió la manía de que no oía y fue al otorrino. El doctor dejó caer una moneda.
«¿Puede usted oír este sonido?»
«Sí, señor», le dijo Harris.»
El médico se alejó, sacó un reloj del bolsillo y le preguntó:
«¿Puede usted oír el tic-tac?»
«¡Y tanto que lo oigo!»
Se fue a la habitación de al lado:
«¿Y ahora, oye el tic-tac?»
«Naturalmente»
«¡Pues vaya! -replicó el médico -Usted no está sordo, usted no quiere escuchar»
En 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán que contemplaba una foto del Guernica, le preguntó a Picasso si era él el que había hecho eso.
La respuesta del pintor fue:
-No, han sido ustedes.
El mariscal francés, Ferdinand Foch visitaba el Gran Cañón del Colorado junto a un coronel norteamericano que actuaba de guía y acompañante.
Se pararon al borde del abismo y, cuando todos esperaban unas palabras memorables, el mariscal respiró hondo y sentenció:
-¡Ah, espléndido lugar para despeñar a la suegra de uno!
A principios del siglo XX, el multimillonario escocés, Andrew Carnegie sentía tal devoción por su perro que, tras perderlo a orillas del lago Michigan, acudió al periódico local para poner el siguiente anuncio:
“Se busca a un fox-terrier blanco que responde al nombre de Billy. Recompensa de mil dólares a quien lo encuentre”
Al día siguiente comprobó como el anuncio no se había publicado y Carnegie fue a la redacción a protestar, pero al llegar allí comprobó que tan solo se encontraba la señora de la limpieza:
-¿Es qué no hay nadie?- preguntó, intrigado.
-No, por lo que he oído, se han ido todos en busca de un perro blanco llamado Billy
En cierta ocasión, el Ministro de la Guerra durante la 2ª República, José María Gil Robles fue interrumpido por un contrincante político que le espetó:
-¡Su Señoría es de los que todavía lleva calzoncillos de seda!
A lo que Gil Robles replicó:
-No sabía que la esposa de Su Señoría fuese tan indiscreta
Siendo Ministro de Justicia en la Tercera República francesa, el político y precursor de la unidad europea, Aristide Briand recibía día tras día multitud de visitas que acudían a verlo para pedirle algún favor. Una mañana, cansado de recibir a tanto peticionario decidió recibir a su siguiente cita diciendo lo siguiente, mientras lo abrazaba:
- ¡Gracias a Dios, viene a verme un amigo solo por el gusto de abrazarme y no para pedirme algo!
El hombre no se atrevió a decir realmente a qué había acudido allí y se marchó sin el favor que necesitaba
En el primer gobierno de la República, don Manuel Azaña, además de la presidencia se reservo tres carteras. Un diputado radical estimo que era necesario hacer una protesta y se lo comunicó a su jefe, Alejandro Lerroux, quien, desde luego no tenia pelos en la lengua. Lerroux quito importancia al hecho:
-Tres carteras y la presidencia… de eso a que lo llamen carterista no hay más que un paso.
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